Faltaba casi una hora para las cinco de la tarde y los alrededores de la iglesia de Lada ya estaban abarrotados de vecinos, familiares y amigos que querían dar su último adiós a Patricia Fernández Guzmán.
La conmoción causada por el brutal crimen de la joven peluquera se dejaba notar en el ambiente y en las conversaciones escuchadas en los corrillos formados en los alrededores del templo.
La iglesia se quedó pequeña para alojar a las cerca de mil personas que se acercaron al funeral. Los cientos de vecinos que tuvieron que quedarse fuera esperaron estoicamente la salida del féretro, pese a la intensa lluvia que caía por momentos.
La Nueva España
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