Alfaro Fuentes tenía quince años cuando, terminada su confirmación, se vinculó a su parroquia como catequista. En Cali, la vida no es fácil y Fuentes encontró en la Iglesia vocación de servicio, ayudó a los más necesitados a través de Cáritas y así poco a poco fue arraigando en él la semilla espiritual por lo que inició y acabó con éxito el curso de discernimiento vocacional.
Una criba necesaria para determinar si realmente podía haber en él un nuevo cura. Tras cuatro años en Toledo con los Operarios del Reino de Cristo decidió finalmente que lo suyo era la diócesis y no la vida en comunidad. «Quiero impartir la Eucaristía», dice.
Desde el pasado mes de octubre, se 'entrena' en la iglesia gijonesa de San José de la mano del rector don Jaime y el párroco, don Adolfo.
El Comercio
miércoles, 19 de marzo de 2008
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