miércoles, 19 de marzo de 2008

ARTICULO DE OPINIÓN SOBRE CARLOS OSORO



El Domingo de Ramos, cuando los católicos asturianos nos disponíamos a inaugurar la Semana Santa, nos desayunamos con la noticia publicada en La Nueva España sobre la carta de treinta curas asturianos dirigida al Arzobispo y en la que expresaban su disconformidad con la manera de gobernar la diócesis de don Carlos Osoro. Nada nuevo bajo el sol, son los mismos de siempre, los que remiten documentos «privados» al Arzobispado, de este último hasta afirman que sólo circula una copia «para evitar malos entendidos», y curiosamente alguien, no se sabe quién, aunque no es demasiado difícil suponerlo, se encarga de filtrarlo a la prensa para que lo que era «privado», se convierta en «público», anunciándolo con bombo y platillo. Ésta es su manera de actuar, modos y formas que dicen poco a favor de los firmantes de este «documento secreto» del que al final nos hemos enterado todos.


No deja de resultar curioso que el «foro de reflexión» de estos celosos presbíteros se ponga en marcha justo cuando está en pleno desarrollo el sínodo diocesano, precisamente en la fase de consulta al pueblo de Dios, fase en la que todos los católicos, y no sólo los sacerdotes, podemos manifestar nuestras preocupaciones y nuestras prioridades, señalando los temas que creemos deberían tratarse en la asamblea sinodal. ¿Por qué no han utilizado ese cauce estos curas? Tal vez porque nunca han creído en el sínodo al que en buena parte se opusieron desde su inicio o tal vez porque desean ir creando ambiente para que el sínodo sea un fracaso y así tener una baza más con la que arremeter contra el Arzobispo. Acusan a don Carlos de no practicar la eclesiología del Vaticano II y eso lo dicen de un arzobispo que ha tenido el coraje y el valor de convocar un sínodo diocesano después de más de ochenta años sin que esta asamblea eclesial se celebrase en Asturias, la forma más abierta y directa que tiene un obispo de consultar a su Iglesia, a sacerdotes, religiosos y fieles laicos sobre la pastoral diocesana, sobre el camino y el rumbo que debe seguir la Iglesia asturiana durante las próximas décadas.


A estos curas tan aficionados a la reflexión quisiera invitarles a que se detengan un momento y reflexionen un poco sobre su actitud, sus formas y su modo de comportarse, dicen ellos que no les gusta el modo de ejercer el gobierno de la diócesis que tiene don Carlos, les digo yo que tampoco nos gusta a muchos cristianos la forma que tienen ellos de ejercer su sacerdocio, no nos gustan sus planteamientos, ni la manera de dirigir determinadas parroquias, ni su estilo de vida totalmente secularizado, ni siquiera su forma de vestir y de comportarse y a pesar de todo ello los fieles laicos aguantamos pacientemente, sin crear «foros de reflexión» y sin remitirles constantemente farragosos documentos.


Reflexionen ustedes sobre el estado de sus parroquias vacías de gente, envejecidas, sin la presencia de jóvenes; reflexionen sobre el grado de su dedicación y entrega a su ministerio sacerdotal; copien un poco del señor arzobispo y, aunque no sean capaces de llegar al grado de entrega de don Carlos (seis años en Asturias sin una sola semana de vacaciones, dedicado las 24 horas del día, los 365 días del año a su ministerio episcopal), intenten al menos imitarlo aunque sea un poquito.


Dediquen más tiempo a sus parroquias, abran sus puertas de la mañana a la noche y no las tengan cerradas a cal y canto con una apertura de poco más de una hora diaria. Siéntense de vez en cuando en el confesionario y ayuden a sus fieles a descubrir el don del sacramento de la penitencia para así celebrar más y mejor el banquete de la eucaristía, sí, ya sé que eso de sentarse en el confesionario a esperar la llegada del penitente debe resultar mucho más aburrido que andar de sidras de chigre en chigre en compañía de algún colega ejercitando juntos el «deporte» de poner a «parir» al obispo entre culín y culín.


Estamos en unos días más que apropiados para la reflexión, la Semana Santa, la semana grande de nuestra fe, en estos días se celebrará una vez más la misa crismal en la que los sacerdotes renovarán las promesas que solemnemente proclamaron el día de su ordenación sacerdotal, ¿Recuerdan aquello que respondieron cuando el Obispo les pidió promesa de respeto y obediencia a él y a sus sucesores?, porque desde luego su forma de ejercitar ese respeto y esa obediencia no deja de ser un tanto original.


Mediten sobre el mandamiento del amor fraterno en la tarde del Jueves Santo y sobre la oración sacerdotal de Jesús pidiendo al Padre «que todos sean uno como Tú y Yo somos uno», recuerden las palabras del mismo Cristo en aquel primer Jueves Santo de la historia: «Padre, te pido por estos que están en el mundo, pero que no son del mundo»É Y el Viernes Santo, cuando lean la pasión, analicen cada uno de los distintos personajes que aparecen en la misma, porque aquellos personajes se siguen repitiendo en la historia de la humanidad y también en la historia de la Iglesia, vean con cuáles de ellos se pueden sentir más identificados: ¿Con la cobardía de un Pedro que se avergüenza de su Maestro? ¿Con el miedo de los Apóstoles que dejaron solo a Jesús? ¿Con la valentía y la fidelidad del joven discípulo Juan? ¿Con el amor incondicional de María? ¿Con la traición de Judas capaz de entregar a su Señor por un puñado de monedas?


Semana Santa, tiempo de penitencia y conversión, tiempo más que propicio para la reflexión, reflexionen estos treinta curas, pero reflexionen ante todo sobre el daño que están haciendo a la Iglesia con su manera de actuar, acostúmbrense a conjugar más el verbo amar, eje de la forma de ser y de sentir del cristiano, y destierren para siempre de su diccionario los verbos murmurar, criticar, manipular y conspirar, porque estos últimos no tienen nada de cristianos.


Se lo pido personalmente y nombre de muchos miles de cristianos asturianos que sí queremos y respetamos a nuestro arzobispo y le damos gracias cada día a Dios por habernos enviado a un pastor como don Carlos, pastor bueno, cercano, entregado de lleno a su misión y con un amor apasionado por la Iglesia.


Reflexionen, por favor, pero háganlo en la dirección correcta.



José María Varas Baizán es abogado y hermano mayor de la Hermandad de Jesús Cautivo.

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