
La procesión del Nazareno, Señor de Oviedo, salió puntual, a las ocho de la tarde, y entre aplausos, de la iglesia de Santo Domingo, su sede canónica, en la plaza del mismo nombre.
En la calle esperaba un intenso frío invernal y la amenaza constante de lluvia. El guía de estación, descalzo, encabezó la procesión seguido de la cruz de guía y una marea de capuchones morados portando hachas y estandartes del vía crucis.
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