Anoche, el viento helado que asistió a la primera procesión de la Semana Santa gijonesa nos hizo pensar que hay que tener mucha fe para decidirse a abandonar el confort del hogar y enfrentarse a la intemperie, durante un largo período, sólo por revivir una de las escenas más emotivas de la pasión de Cristo, la del encuentro con su madre, María Dolorosa; con la Verónica que enjuagó el rostro sudoroso de Jesús y con el discípulo predilecto, denominado en la larga historia de nuestra Semana Santa, San Juanín de la Barquera.
La Nueva España
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